Jabones cálcicos de ácidos grasos (saponificación de los ácidos grasos con calcio). Es una grasa inerte a nivel de rumen y con propiedad aglomerante, no recubre la fibra ni inhibe la acción de los microorganismos, se disocia en el abomaso o cuajar en ácidos grasos y calcio, que pasan en forma libre al duodeno. Son formados por ácidos grasos (saturados e insaturados) unidos a iones calcio. El mecanismo de protección de estos productos se basa, no en el punto de fusión, sino en el grado de acidez del medio, el pH. Las sales de calcio permanecen ligadas o unidas a pH neutro, mientras que se disocian a pH ácido. (Fedna, 2003). Una fuente totalmente fiable es el aceite de palma y de soya, con un coeficiente de digestibilidad de los ácidos grasos del 93-96%. (Fedna, 2003) Su utilización viene justificada por los buenos resultados de todos estos años (desde mediados de los ´80) y porque es una fuente de elevada concentración energética, con una correcta relación «energía aportada/precio». Otra buena razón, es su aporte de ácidos grasos importantes para la reproducción. (Fedna, 2003).
Cuando llegan al rumen, el pH neutro (pH = 6,5-6,8) mantiene las sales unidas, insolubles y no son atacadas por la microflora, no interfiriendo su actividad normal: son by-pass o inertes en el rumen. (Fedna, 2003) Al alcanzar el abomaso o cuajar, de pH ácido (pH = 2-3) se disocian en calcio y ácidos grasos; perdiendo la característica que los hacía inertes: su insolubilidad. (Fedna, 2003)
Los ácidos grasos que llegan libres del abomaso no necesitan ser digeridos en el intestino (como ocurre con las grasas saturadas). Además, la composición de estos productos en ácidos grasos saturados (palmítico y esteárico) e insaturados (oleico) a partes prácticamente iguales, hace que el punto de fusión global sea próximo a 38°, con lo que su unión a los jugos digestivos en el intestino se realiza con la máxima eficacia; esto permite que los ácidos grasos procedentes de los jabones cálcicos se absorban con una eficacia próxima al 95%, evitando la pérdida de grasa (en las heces) y cationes, tan necesarios para el animal. (Fedna, 2003)
Las GRASAS PROTEGIDAS al no digerirse en el rumen, no causan calor de fermentación y por consiguiente no elevan la temperatura corporal del animal evitando se le produzca estrés calórico, pudiendo alimentarse mejor ya que altas temperaturas como el verano las vacas tienden a comer menos.
Las GRASAS PROTEGIDAS son una respuesta a las necesidades energéticas de la vaca de alta producción. Estas vacas de 30-40 Kg./día de producción necesitan mucha energía, la cual es muy difícil suministrarla a través del rumen con tortas y granos (alimentos concentrados), pues por el imbalance de ácidos grasos volátiles que se mencionó anteriormente se pueden generar problemas graves de acidosis ruminal.
Las GRASAS PROTEGIDAS mejoran la reproducción, ya que al estar la vaca balanceada energéticamente, su estado de salud mejora y los ovarios reinician su funcionamiento, ovulando normalmente, quedando preñada más fácilmente. Mientras la vaca esté desbalanceada energéticamente no quedará preñada.
Las GRASAS PROTEGIDAS pueden aumentar la producción la leche y la cantidad de grasa en la misma y deben suministrarse en los primeros 105 días de lactancia (primer tercio) cuando los requerimientos de energía son mucho mayores e ir disminuyendo poco a poco la dosis según se vea el estado corporal de la vaca.
Finalmente, un tema muy importante en los TOROS, para lograr que el reproductor alcance la pubertad en el menor tiempo, con una excelente circunferencia escrotal y una aceptable producción de espermatozoides es necesario que la alimentación sea balanceada y correcta, tomando como edad critica en el desarrollo sexual el tiempo comprendido entre los 3 a los 5 meses de edad, etapa en la cual se dan los primeros picos en la concentración sanguínea de las hormonas FSH y LH. Esta primera actividad hormonal estimula la proliferación de las células de Sertoli y el consecuente alargamiento y engrosamiento de los túbulos seminíferos, que conduce a el aumento de la circunferencia escrotal (Bagu et al., 2004), así como el aumento en la secreción de testosterona por las células de Leyding.
Se torna evidente que es posible optimizar la función reproductiva de los toros implementando programas de nutrición de alto valor en la fase predestete (3 a 5 meses de edad) y de medio valor en la fase posdestete. Esto significa trabajar con ganancias diarias de peso entre 1,3 a1,5 Kg./animal/día en el periodo predestete los cuales se pueden alcanzar utilizando estrategias de suplementación tales como: creep fededing, creep grazing, suplementación energética y/o proteica, grasas sobre pasantes, etc. Además de todos los efectos nutricionales positivos sobre el desarrollo de las gónadas es necesario considerar la optimización nutricional en la pubertad para poder sacar el máximo provecho de la buena eficiencia de conversión alimentar que presentan los bovinos en esta fase del crecimiento (Harold Ospina P.)
Los programas convencionales de nutrición de toros enfocados simplemente en la ganancia de peso exigen niveles nutricionales elevados en todas las fases de crecimiento, lo que puede comprometer el potencial productivo del futuro reproductor debido a los efectos negativos que la excesiva acumulación de grasa en el saco escrotal ejerce sobre la producción y calidad del semen. La producción de esperma de los toros engordados a grano fue muy pobre en producción total y en motilidad. Los toros más gordos fueron los que tuvieron la menor motilidad de sus espermatozoides. Los criados a pasto, tuvieron mucho mejor tono testicular, lo cual está por lo general asociado con una mejor calidad seminal. En el estudio del Lethbridge Research Center, la calidad seminal de los toros declinó a medida que se incrementó la condición corporal. En otras palabras, cuanto más gordo el toro, menos fértil era. Todo indica que los toros engordados a grano fueron incapaces de enfriar el escroto, debido al excesivo depósito de grasa en el cuello del mismo. El mecanismo termo regulatorio que mantiene los testículos a una temperatura ideal, puede ser suprimido por un incremento en la aislación escrotal, a través del aumento en los depósitos de grasa.
Nos reporta el Dr. Harold Ospina, desde Brasil, que el uso de grasa sobrepasante en centrales de inseminación en toros, ha aumentado la fertilidad de estos ya que los ácidos grasos provenientes de los jabones de calcio recubren la cola del espermatozoide protegiéndolos haciéndolos más fértiles.